¡Hola de nuevo!
Esta semana quiero hablar sobre el amor. Pero no del amor que estamos aburridos de escuchar, ni del amor que a todos nos viene a la mente cuando pronunciamos su nombre.
Hablo de un amor respetuoso, apacible, sereno y solidario.
Imaginaros por un momento que nunca os hubieseis sentido amados, que siempre os rechazasen o que, simplemente, fuerais ignorados continuamente. Pensar cómo seria vuestra vida si cada persona que pasase a vuestro lado os mirase con asco, o si cada vez que hicieseis algo con buena voluntad, os lo despreciasen y os humillasen constantemente, os llamasen inútiles y os hiciesen sentir que quizá, es mejor no seguir viviendo esa vida de mierda.
Aunque no lo creáis, todo lo que he dicho anteriormente está a la orden del día, en los colegios, en los propios hogares, en los trabajos y en la calle.
El amor ese del que os hablo, es el remedio para los maltratos, los desprecios, las humillaciones y los odios. Personas con paciencia y fuerza de voluntad, con ganas de vivir y de que la gente viva en paz, son las que logran que día a día, poquito a poquito, los actos malos hacia las personas vayan desapareciendo.
Finalmente, diré que esas mismas personas son mi vocación de futuro, y que yo aspiro a ser una de ellas y ser capaz de aportar un granito de arena más para que una persona de otra raza, o un anciano al que llaman innecesario e inútil, o una mujer maltratada... se sientan fuertes, con ganas de ser felices, y sobre todo, AMADAS.
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